Gabriel García Márquez: "Cien Años de Soledad" - ISANEMA.BLOGSPOT

 

Reseña- Gabriel García Márquez: "Cien Años de Soledad"

Por: María Isabel Mena Lobo 

"Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo".

¿Por qué peleamos? Sí, tú y yo peleamos. Yo peleo todo el tiempo, sobre todo conmigo misma. Siempre estoy peleando constantemente, una guerra interna infinita que me mantiene atada a la realidad. Una guerra que siempre termina en la misma determinación: soy fugaz, tú, yo, todos... Somos fugaces. Tan fugaces como los nítidos recuerdos que añoraba y recordaba Úrsula Iguarán postrada desde su cama, tan fugaces como el recuerdo extraordinario del día en que el coronel Aureliano Buendía conoció el hielo, tan fugaces como el recuerdo de las mariposas amarillas de Mauricio Babilonia que lo acompañaron hasta la muerte y que nos acompañan y nos acompañarán siempre a todos los lectores de "Cien Años de soledad".


El libro más famoso de "Gabo" y probablemente el más conocido de la literatura colombiana es, sin duda una obra cumbre. Aunque difícil de plasmar en ideas sueltas y en frases cortas, a "Cien Años de soledad" la describiría como un relato magnífico, como un retrato de la sociedad caribeña colombiana, como un túnel amarillo del que se sale solo recorriéndolo en círculos, como una novela que explora la soledad y los recuerdos de una manera insospechada. Esto del túnel amarillo es un paralelo muy válido, basta con reconocer la forma en la que se repiten los nombres en la familia: José Arcadio Buendía , Arcadio, José Arcadio, Aureliano Buendía, Aureliano Segundo, Aureliano, José Arcadio... 

Mariposas amarillas, insignia de "Cien años de soledad"

Leer "Cien Años de soledad" es adentrarse en el relato hasta el fin. ¿Qué hubiera pasado si el coronel Aureliano Buendía jamás hubiera recordado aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo? Seguramente Gabo encontraría más formas de adentrarnos en ese universo mágico y en el corazón de la familia Buendía. Aquella pasarela de personajes que empieza desde la perspectiva del siempre controvertido coronel Aureliano Buendía, que continúa con la firmeza inagotable de Úrsula, con la locura de José Arcadio Buendía, con la masculinidad de José Arcadio, con la contradicción infinita y los amores desperdigados de Amaranta, con la bolsa de huesos de Rebeca y su hambre de tierra, con la tenacidad de Pilar Ternera y su agudo sentido para entender al sexo masculino de la familia, con la terquedad de Arcadio, con la hospitalidad de Santa Sofía de la piedad, con las 17 cruces imborrables de los 17 hijos del coronel Aureliano Buendía, con la divinidad de Remedios La Bella y que se enriquece con muchos más miembros, es un reflejo inagotable de una imaginación sin límites y de un pueblo que así como prosperó y como fue testigo de terribles hechos que segmentó hasta confundir en su propia memoria pudo seguir escribiendo su historia hasta el día inconfundible en el que se borró su paso por el mundo, el día en que el se cumplió su destino como una muestra inapelable de la susceptibilidad de nuestra existencia y de lo fugaces que somos. 

Fotografía de Gabriel García Márquez durante la ceremonia de entrega del Nobel de Literatura
Fotografía de Gabriel García Márquez durante la ceremonia de entrega del Nobel de Literatura

- Dime una cosa, compadre: ¿Por qué estás peleando?

- Por qué ha de ser compadre - contestó él coronel Gerineldo Márquez-: por el gran partido liberal. 

- Dichoso tu que lo sabes - contestó él - Yo, por mi parte, apenas ahora me doy cuenta de que estoy peleando por orgullo.

- Eso es malo- dijo el coronel Gerineldo Márquez-

Al coronel Aureliano Buendía le divirtió su alarma. "Naturalmente", dijo. "Pero en todo caso es mejor que no saber por qué se pelea". 

Todos los personajes de la novela tienen esa guerra interna infinita que tenemos todos pero que cada uno descubre en momentos distintos de su vida. Cada uno carga su cruz, su mortificación, cada uno obtiene su castigo y a cada uno le llega su destino como una marca imborrable de la mortalidad y de la vulnerabilidad. Todo esto representado en rasgos del personaje. A la vista está el personaje de Rebeca, cuya motivación por comer tierra era alimentada con la ansiedad desesperada del amor:

"Rebeca esperaba el amor a las cuatro de la tarde bordando junto a la ventana (...) Loca de desesperación, Rebeca se levantó a media noche, y comió puñados de tierra en el jardín, con una avidez suicida, llorando de dolor y de furia, masticando lombrices tiernas y astillándose las muelas con huesos de caracoles. Vomitó hasta el amanecer. Se hundió en un estado de postración febril, perdió la consciencia, y su corazón se abrió en un delirio sin pudor". 

Escena de Mauricio Babilonia, Meme y Fernanda del Carpio, con una vela en la mano. Ilustrado por The art Showcase

Uno de los personajes más interesantes, símbolo de ese destino del que hablo y en el que se ahonda en la historia es Melquíades, ese gitano apacible y aventurero que llega con su grupo a llevar los inventos a aquella aldea de casas de la ciénaga. Es Melquíades el personaje que permanece más tiempo en la historia, el que se encuentra al principio y al final. Es la representación del destino, Melquíades no solo libró su guerra interna sino que supo cómo y cuando interpretar las consecuencias de las guerras internas de toda la familia Buendía. Sencillamente magnífica la forma en la que Gabo narra el regreso de aquel gitano en medio de la "peste del insomnio", uno de los fragmentos que considero más entrañables. 

"Visitación no lo conoció al abrirle la puerta, y pensó que llevaba el propósito de vender algo, ignorante de que nada podía venderse en un pueblo que se hundía sin remedio en el tremedal del olvido (...) Aunque su voz estaba también cuarteada por la incertidumbre y sus manos parecían dudar de la existencia de las cosas, era evidente que venía del mundo sonde todavía los hombres podían dormir y recordar. José Arcadio Buendía lo encontró sentado en la sala, abanicándose con un remendado sombrero negro (...) Lo saludó con amplias muestras de afecto, temiendo haberlo conocido en otro tiempo y ahora no recordarlo. Pero el visitante advirtió su falsedad. Se sintió olvidado, no con el olvido olvidable del corazón, sino con otro olvido más cruel e irrevocable, porque era el olvido de la muerte. Entonces comprendió". 
Escena ilustrada del fragmento anterior. Ilustrada por Luisa Rivera, tomada de la Edición del 50 aniversario de la obra. 

 

Cuando ya se lee la última página del libro se acaba la pelea, allí todos dejan de pelear. Todo ha terminado, el sueño de los espejos que José Arcadio Buendía tuvo alguna vez se materializa y los espejos terminan por romperse, el recuerdo de aquella ciudad de reflejos se pierde para siempre en la nebulosa. Gabo deja clara su postura sobre la inevitabilidad del destino en esta fábula extraordinaria llena de excéntricos y ordinarios personajes que sin duda están condenados a la ineludible lucha de la ficción y la realidad del mundo y al olvido irreparable. 

"Porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tendrán una segunda oportunidad sobre la tierra". 

Ilustración conmemorativa del aniversario 50 de "Cien Años de Soledad". Tomada de Pinterest


Comentarios

  1. Fabulosa la interpretación y el análisis que haces sobre la obra. Cien Años de Soledad termina convirtiéndose en la apertura de la vida literaria para los colombianos y, más allá de eso, la permanencia en el tiempo de personajes escritos. Desde el ámbito social, considero que-como el último fragmento del libro que agregaste-está instaurada en la mente de los colombianos que no tenemos una segunda oportunidad sobre la tierra. Gracias por tu sabroso lenguaje. Nos vemos en Aracataca

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